lunes, 17 de agosto de 2009

UN PERRO LLAMADO CLANCY

"Para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros" (Hechos 17:27).

Se cuentan muchas historias de perros que han regresado a la casa de sus amos después de recorrer grandes distancias. La mejor de todas la leí en el libro El desconocido mundo de ¡os animales silvestres y domésticos, escrito por Vicente y Margarita Gaddis.
Desde cachorro y hasta los seis meses de edad, Clancy vivió con una familia radicada en la ciudad de Buffalo, Nueva York. Ahí estaba su hogar, que era el único que había conocido, y los miembros de ese hogar eran los únicos amigos que había tenido.
Cierto día la familia con la que vivía Clancy decidió mudarse a Michi­gan City, Indiana. Decidieron no llevar al perro. Pensaron que por ser muy joven se adaptaría fácilmente a vivir con otra familia del vecindario. Cuando se mudaron, lo dejaron con gente conocida de Buffalo. Aunque no le desagradaba el vecindario, Clancy no se sentía a gusto con sus nuevos amos, porque no eran su propia familia.
Un día. sin dar señal de advertencia, Clancy abandonó a sus amos y se fue del vecindario donde había nacido. Salió en busca de su querida familia. Podrás imaginarte que no sabía dónde empezar la búsqueda; pero esto constituye la parte conmovedora de la historia.
Seis meses más tarde llegó a Michigan City, ciudad situada a cientos de kilómetros de distancia en la que nunca había estado antes, y se puso a arañar la puerta de la casa donde vivía su propia familia. Había enflaque­cido mucho y tenía las patas tan heridas que apenas podía mantenerse en pie: pero cuando la sorprendida familia lo dejó entrar, el perro no tardó en descubrir la alfombra que le había servido de cama. Después de inspeccio­nar el cuarto, se echó en la alfombra y se arrolló como en sus mejores días. Pronto dormía plácidamente. El hecho de que se encontrara en Michigan City, en el Estado de Indiana, no tenía importancia. Lo que realmente le interesaba era que finalmente había llegado a su hogar.
En nuestro caso, como cristianos, nuestro hogar se encuentra donde está Cristo, y recorreremos cualquier distancia para encontrarnos con él.

No hay comentarios: