No cabe duda de que ciertos acontecimientos de esta vida nos dejan huellas profundas, llegan incluso a traumatizarnos. Y ante un mismo hecho , unos los sienten más y otros menos, seg{un el grado de sensibilidad de cada uno.
Sin embargo, por mas fuertes que sean estos golpes negativos de la vida, una cosa es cierta: "Dios nunca nos da una cruz que nuestros hombros no puedan soportar".
Por eso, nuestra actitud no puede ser de desesperación, porque ciertas cosas suceden independientemente de nuestra voluntad, forman parte de la vida.
Y un modo de orar sería:
"Señor, no te pido que retires la cruz de mis hombros, pero concédeme fuerzas para que pueda llevarla con amor hasta el fin de mi vida".
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